Si ellos hubieran dejado de existir, habría quedado demostrado que el Dios de Abrahám, Isaac y Jacob no es real, o que es falible, o que es infiel en cumplir con su palabra dada; pero el milagro de la sobrevivencia del pueblo judío por siglos, es prueba mundial de la existencia, la actividad y la fidelidad del Dios vivo y verdadero, aquel que le dijo al faraón: “Israel es mi hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22). Ahora bien, ¿qué tiene
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